Conquisto tu lado de la cama con la falsa recompensa de creerme que tampoco has dejado un vacío tan grande y como no consigo dormir, me saco el corazón, lo pongo en la mesa e intento convencerlo de que me haga caso, pero me mira atentamente y me escupe que ya no soy su dueña, me lo vuelvo a meter de un suspiro y se me atasca en la garganta. 

Dejo de hacerle caso al corazón para escuchar a mi cabeza,
 pero es una señorita tan estúpida sabelotodo que tampoco la soporto, así que la mando a paseo con sus agotadores consejos de manual.

Y hablando de paseos, ahora me sobra una mano cuando deambulaba esta noche por las calles. Siempre vuelvo a casa por el camino que me enseñaste, aunque sea más aburrido.Tic tac, tic tac, escucho el reloj que llevo dentro, el que va contando mis horas desiertas, me miro para asegurarme de que sigo entera, pero me asalta el presentimiento de que he debido dejarme en algún rinconcito tuyo. Me repito que ya no me quieres, y cuando oigo esa vocecita que me insinúa que no es verdad, la mando callar.

Cuento los días de dos en dos, a ver si así llega antes la mañana en la que no me duelas. Excepto maniatar a la tristeza, sigo haciendo más o menos las mismas cosas que antes, pero sin que tú me mires...




Siento que me quemo por dentro.

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