Suena el despertador puntual, aun es de noche, con lentitud abro los ojos notando como me cuesta separar los párpados debido a que tengo las pestañas pegadas entre si. Me giro sobre mi misma hacia el otro lado de la cama estirando el brazo aun con los ojos entrecerrados, justo cuando cae la mano al colchón, los abro de par en par,un suspiro sale de mis labios y me muevo sentándome al lado de la cama, apagando la luz de la mesita la cual otra noche más ha estado encendida. Lo primero es un café, aun no ha amanecido del todo, así que me asomo por la ventana a mirar como la ciudad despierta en el absoluto silencio, en unos minutos los coches se multiplicaran por mi, son mis minutos para pensar en mi pasado, en mis recuerdos, la única manera de fruncir una sonrisa entre mis labios. Giro la cabeza, el reloj de la cocina marca las 8:30, si no las despierto ya llegaran tarde, Ainara enseguida se levanta después de estirarse en la cama, a Emma le cuesta más y siempre me toca llevarle en brazos y darle el biberón mientras la mayor desayuno su vaso de leche con sus cereales favoritos. Una vez duchadas, vestidas las 3, salimos de casa, el jardín de infancia no esta lejos. Ainara esta en su último año, el próximo curso empieza el cole, y esta emocionada, en el camino me cuenta lo que le van a enseñar, Emma esta en silencio escuchando. Cuando sus profesoras las recogen se me parte el alma, me siento más sola de lo que estoy, me quedo mirándolas hasta que se cierra la puerta. Cierro los ojos con fuerza, volviendo sobre mis pasos, intento mantener el día lo más ocupado posible. Gimnasio, trabajo, comer con compañeras, trabajo... Aun así los días son largos, parece que las horas se hayan multiplicado por mil. Tengo que mantener la mente ocupada para no volver a caer, es lo que me recomendó el médico, pero a veces es imposible. Cuando termina mi jornada y vuelvo hacia casa, en ese camino pienso en todo lo que pudo ser y no fue, en todo lo que yo misma dejé atrás, y cuando intento encontrar la razón base, de nuevo una sonrisa aparece en mi cara, mis hijas están en la puerta esperándome, me arrodillo al momento, y ellas echan a correr hacia mi, las estrecho con fuerza junto a mi pecho dándoles todos los besos que puedo. Las llevo al parque un rato antes de volver a casa, me gusta verlas jugar y como ríen, Emma a veces me pide ayuda para el columpio, Ainara esta con sus nuevas amigas. Al volver a casa, las ducho y les pongo el pijama, las siento en la mesa de la cocina y mientras les preparo la cena me cuentan su día. Escucho a Ainara suspirar, se lo que significa, Emma mira a su hermana y después a mi y viene la pregunta de todas las noches. Intento contestar de la manera mas desenfadada posible, sentándome con ellas para cenar, aunque a veces yo también me lo pregunto. La hora más dura es la de irse a dormir, al principio dormía con ellas pero tienen que aprender a estar solas, y yo también. Les cuento un cuento, con su beso de buenas noches y finalizo en mi habitación. Me tumbo en la cama y enciendo la tele, no le presto atención, y pienso, pienso si están bien, pienso que habrá sido de él, pienso en si habrá conocido a otra... pienso... hasta acabar llorando, mañana volveré a levantarme con los ojos pegados pasa por mi cabeza, pero me da igual, apago la tele, dejo la luz de la mesita y me abrazo a la almohada. Y la única conclusión que saco es que...