Café, café, café. Lo primero que hice en cuando llegué fue acercarme a la cafetera y preparar café. Mi mirada no se dirigía a ningún lugar en concreto pero mis manos hábiles sacaban un cigarrillo del bolsillo del pantalón. Me lo puse entre los labios y lo encendí. Acto seguido lo apagué, me enjuagué la boca y me tumbé en el suelo. Estaba sucio y en mi pelo limpio se engancharon pelusas y otros objetos roñosos no identificados.
Hay cosas que nunca cambian. Pero hay muchas otras que sí y hay que andarse con ojo.
Al cabo de exactamente diez minutos me levanté, me serví un café y me senté en la encimera. Cerré los ojos y me acaricié el cuello. Puse cara de dolor y resoplé. Estuve un rato así, intentando no pensar en nada; intentando destruir el paso del tiempo. El café se enfrió, el tiempo pasaba, daba igual, daba igual desear con todas las fuerzas que no lo hiciera. 
Di un salto me bajé de la encimera y tiré el café. De repente mis ojos se llenaron de lágrimas, me apoyé en la pared y lloré. Lloré, lloré y lloré. Era como una descarga eléctrica; mi cuerpo se agitaba y caía, me resbalaba por la pared hasta que choqué contra el suelo. Escondi la cabeza entre mis piernas, las abracé e intenté calmarme. Poco a poco empecé a respirar con normalidad. Me froté los ojos y me levanté despacio.

Café, café, café. Lo primero que hice en cuanto volví en si fue acercarme a la cafetera y preparar café. Mi mirada reflejaba seguridad, firmeza y determinación y mis manos hábiles se abstuvieron de sacar porquerías del bolsillo. Cogí una barrita energética y la mordí. Acto seguido, con cara de relajación, me tumbé en el suelo.
Hay cosas que nunca cambian. Pero hay otras muchas que sí, y menos mal. 
Al cabo de exactamente diez minutos me levanté, me serví nuevamente un café y me senté en la encimera. Cerré los ojos y me acaricié el cuello. Puse cara de alivio y sonreí. Estuve un rato ahí, intentando no pensar en nada, notando como el tiempo pasaba a través de mi cuello. Y estaba bien; no hacía daño, tan solo hacía cosquillas. Abrí los ojos y eché azúcar en el café. Aún estaba caliente. De un salto me  bajé de la encimera y me tomé el café. Después me senté en el suelo, metí la cabeza entre las piernas y las abracé.
"Nunca mires atrás, cada decisión marca tu camino y ahora has decidido estar sola en esto. Pues muy bien, adelante, la puerta está abierta y sólo tú puedes atravesarla. Sola. Lo necesitas y lo sabes; aprenderás de ello y acabará por gustarte. Será duro al principio, mucho, pero la recompensa será infinita. Atrévete y deja de mirar atrás y a los lados de una vez por todas"
Me levanté muy rápido. No había tiempo que perder. Estaba preparada para comenzar el primer día del resto de mi vida. Todos los días lo son, al fin y al cabo.
This time baby, I'll be Bulletproof.

0 Opinions:

Publicar un comentario