Coge aire y sigue. Sigue. Avanza. Escala poco a poco la montaña que te empeñaste en dejar atrás. Que no te derrote, que no te haga caer. Y ten presente que siempre que se supera un obstáculo hay otro detrás, esperando impaciente su momento de gloria. Lo que parece el fin no es más que una coma. Un punto y seguido como mucho. Y hay que coger fuerzas de las piedras y dejar las lágrimas en algún lugar muy muy lejano donde no sea fácil encontrarlas y seguir y seguir…
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