Hay algo de lo que sí estoy segura, no podrán quererle como le quería yo. No podrán adorarle de ese modo, no sabrán advertir hasta el menor de sus movimientos, de aquellos gestos imperceptibles de su cara. Va de que sólo yo he concebido el don de ver y conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos. Nadie podrá ver nunca lo que yo he visto. No se divertirán con sus bruscos cambios de humor y sus enfados eternos,  no amarán hasta los dedos de sus manos después de un duro entrenamiento, sus uñas destrozadas de tocar la guitarra, esos pies tan particulares, ni el lunar de su cuello. Puede que ahora ellas tenga todo eso más cerca que yo, puede, pero nunca serán capaz de amarlo, no de aquel modo en que yo lo amaba.

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