Me olvidé de andar sin tropezarme, de caminar sin salirme de la línea que separa una baldosa mugrienta de otra. Un paso adelante, ciento veinte hacia atrás. Me olvidé de olvidar, pero tampoco soy capaz de recordar nada. Hay veces que pienso que hasta me olvidé de vivir de lo rápido que corrí. Corrí y corrí; veloz, tenaz y segura, pero  me cansé, hubo un momento en el que no pude más y paré a descansar. Puse el despertador y me prometí ser obediente a su estrepitoso llamamiento; pero no lo hice y dormí y dormí hasta el fin. Creo que todo lo demás lo he soñado, pero no puedo asegurarlo.

Me olvidé de tantos nombres, libros, anécdotas, caras; y de tantos errores... Me olvidé, y ahora tengo que volver a empezar. Volver a empezar. Me da miedo, mucho, sinceramente
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