El tiempo.



Es paradójico, antojizo, a veces injusto, casi nunca al gusto del consumidor.
Implacable, eterno, efímero, se dilata, se contrae...
¿Estamos en sus manos o él en las nuestras?
Realmente no lo tenemos atrapado pese a llevarlo controlado en nuestra muñeca.
Sí, es ese tiempo con el que vivimos, convivimos, pasamos, recibimos, damos, y hasta al final nos morimos.
Ese mismo que a veces, y no pocas veces, hace muy pocos amigos.


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