Mientras me bebo mi café de media tarde, en una de mis cafeterías preferidas, observando a la gente que me rodeaba, llego a la conclusión de que: Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insisto en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdo la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos. Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
Puedo pasarme mucho tiempo de el presente "revolcándome" en los porqués, en devolver el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, tú, yo, tus amigo, mis amigos, todos estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la Vida y seguir adelante.
No puedo estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándome por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse.
No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la Vida y seguir adelante.
¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir con sólo lo que tenengo en el presente!. El pasado ya pasó.
No esperar que me devuelvan, no esperar que me reconozcan, no esperar que alguna vez se den cuenta de quién soy. El encender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigo es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si ando por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podré desprenderme, ni vivir lo de hoy con satisfacción.
Noviazgos o amistades que me clausuran, posibilidades de "regresar" (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. ¡Si puedo enfrentarlos ya y ahora, tengo que hacerlo!, Decir que no va a volver, que no vuelva.
Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque ya no encaja allí, en ese lugar, en mi corazón, en mi habitación, en mi casa, en mi escritorio. Cierro la puerta, paso la hoja, cierro el círculo. En la vida nada se queda quieto, nada es estático.
Así que voy a pagar mi café y en el momento que se cierre la puerta de mi cafetería preferida, voy a cerrar esa etapa de mi vida.